El disco gira, y una voz llamativamente versátil captura mi atención. Hay algo distinto aquí; una ola de frescura que ejerce su efecto desde el centro del viejo continente. La chica en cuestión se llama Camille, y por medio de su sorprendente registro vocal y la fusión de una multiplicidad de estilos ha logrado que su disco Le fil recorriera el mundo.
Trabajo ecléctico de punta a punta, Le fil conjuga empalagosas melodías de tinte pop como Ta douleur -uno de los cortes de difusión- con pequeñas joyas como Pale septêmbre, uno de los momentos más intensos del disco. Letras que hablan de amor, pero que también cuentan pequeñas historias; sonidos que se impregnan como un perfume perdido hace mucho tiempo; una suave melancolía flotando en el ambiente. Camille, creo yo, tiene aura; algo que sin duda le falta a Carla Bruni, quien a pesar de ello goza de más reconocimiento en estas latitudes. Y sin embargo, aquí está Camille que impone su presencia, y explotando una gran dosis de talento y trabajo comienza a perfilarse como la nueva figura de la canción francesa.