domingo, 13 de julio de 2008

I'm talking about karma!

"Esteja alerta para as regras dos três
O que você dá, retornará para você
Essa lição, você tem que aprender
Você só ganha o que você merece"

No no, no es que me esté poniendo repetitiva, o monotemática, o redundante, o cómo quieran llamarlo. Es, simplemente, que el post anterior me hizo fijar la atención en lo que parece ser una de las constantes más representativas del rock: la ley del karma, aquello que Coiffeur expresa de una manera tan consoladora cuando canta "diste todo, pero todo lo que das/regresa..." (ya que este post no es una reseña, aprovecho para recomendar: Coiffeur, Primer corte, un disquito hermosísimo nacido en Morón allá por 2005, que garantiza algo más de media hora de felicidad inenarrable).
Pero dejemos la música, y volvamos al karma; o volvamos al karma en la música, que para el caso da lo mismo: ¿qué secreto designio, que aspiraciones redentoras hacen que el rockero sostenga como una regla tácita esta [cuanto menos] sórdida concepción del equilibrio universal? ¿Es que el rock cree, como el amigo Earl, que "do good things and good things will happen to you; do bad things, they'll come back to haunt you"? Sin duda eso mismo estaba pensando Fito cuando escribía "hay un boomerang en la city mi amor/todo vuelve como vos decís" (y no, acá no voy a recomendar; a estas alturas todos sabemos si nos gusta o no nos gusta Fito, o si nos defraudó, o si nunca lo quisimos del todo, o si estaba todo bien y de golpe el karma le pegó en la frente, o...) Los ejemplos siguen de forma indefinida; no extiendo la lista para no aburrir, pero si les sobra un poco de tiempo pueden hacer la prueba, así después comparamos resultados.
Yo por mi parte no creo, no quiero creer en el karma. Es decir, si volvieran solamente las cosas buenas... Pero no, I've been a bad bad girl, y lo malo también regresa, se condensa y me empapa como una lluvia de toxinas. Me pasa, con el karma, un poco lo mismo que con el eterno retorno: son hipótesis tan tentadoras, pero al mismo tiempo tan poco apetecibles, que termino sin saber cómo definirme con respecto a ellas. Y es que el otro día pensaba y de pronto recordé un color, un perfume, una canción casi insignificante.
No está bien romper un corazón, déjà vu de lo que va a venir
Ups! Me estoy poniendo demasiado cursi ultimamente, demasiado afeminada...Y ya se que no creo, que dije que no creo, pero qué voy a hacer, no me puedo sacar la idea de la cabeza. Podría haber considerado ser aunque sea un poquito menos hija de puta.
O más, no se.

miércoles, 2 de julio de 2008

Un viaje al lado oscuro

Todavía recuerdo la emoción que sentí el día que compré mi primer disco de Portishead, nueve años atrás, en las áridas calles de Río Gallegos. Había escuchado un par de temas en Mtv -cuando en Mtv todavía pasaban cosas como la gente, y no videos de los Teen Angels- y me había parecido tentador, un poco inquietante tal vez. Todavía recuerdo, también, cómo me dolieron los 35 pesos que pagué por esa cajita de plástico; el precio que se pagaba en el culo del mundo por un ejemplar exótico cuando la bendita piratería todavía no había ganado territorio. El negocio fue, no obstante, inmejorable: lo que acaba de adquirir se convirtió, muy pronto, en un eslabón imprescindible de mi historia musical, una marca a fuego en mis oídos.
Once años tuvieron que esperar quienes escucharon Portishead apenas salió a la venta; a mi nueve me supieron a demasiado. Third vino a calmar mi sed de sonido de Bristol en el mismo momento en que empezaba a perder todas las esperanzas de que Portishead editara un nuevo trabajo. La ansiedad era tal que ni siquiera pude tener miedo de que no me gustara: fue solamente escuchar los primeros sonidos y ya la voz incandescente de Beth Gibbons comenzaba a arrastrarme por un recorrido infernal en el que la noche misma parecía fundirse con el lecho muerto de un río antiguo. Dejando de lado el excursus poético, no puede negarse que la experiencia de Gibbons junto a Rustin Man en Out of season fue determinante a la hora de componer este tercer disco. Es Portishead, sigue siendo Portishead, y sin embargo... Hay algo que se quiebra, algo que se rompe, al mismo tiempo que otro algo se suma: donde todo era desasosiego, ahora surgen los cálidos arpegios de la naturaleza que florece- caballos blancos para llevarme lejos, and the tenderness i feel...
"The rip", "Hunter" y "Magic doors", sin duda, lo mejor del disco, al menos para quien escribe; al fin y al cabo, hablamos de un trabajo sin fisuras ni puntos débiles. Hace ya mucho que Portishead encontró su sonido más íntimo, lo que hace ahora es remontarlo a alturas inimaginadas, extenderlo y mecerlo en un réquiem infinito. Es que, como reza "Silence", "O que você , retornará para você/Você ganha o que você merece". De pie, por favor,y aplausos para una banda que nos da lo mejor de sí, y una vez más vuelve para estremecernos.