miércoles, 2 de julio de 2008

Un viaje al lado oscuro

Todavía recuerdo la emoción que sentí el día que compré mi primer disco de Portishead, nueve años atrás, en las áridas calles de Río Gallegos. Había escuchado un par de temas en Mtv -cuando en Mtv todavía pasaban cosas como la gente, y no videos de los Teen Angels- y me había parecido tentador, un poco inquietante tal vez. Todavía recuerdo, también, cómo me dolieron los 35 pesos que pagué por esa cajita de plástico; el precio que se pagaba en el culo del mundo por un ejemplar exótico cuando la bendita piratería todavía no había ganado territorio. El negocio fue, no obstante, inmejorable: lo que acaba de adquirir se convirtió, muy pronto, en un eslabón imprescindible de mi historia musical, una marca a fuego en mis oídos.
Once años tuvieron que esperar quienes escucharon Portishead apenas salió a la venta; a mi nueve me supieron a demasiado. Third vino a calmar mi sed de sonido de Bristol en el mismo momento en que empezaba a perder todas las esperanzas de que Portishead editara un nuevo trabajo. La ansiedad era tal que ni siquiera pude tener miedo de que no me gustara: fue solamente escuchar los primeros sonidos y ya la voz incandescente de Beth Gibbons comenzaba a arrastrarme por un recorrido infernal en el que la noche misma parecía fundirse con el lecho muerto de un río antiguo. Dejando de lado el excursus poético, no puede negarse que la experiencia de Gibbons junto a Rustin Man en Out of season fue determinante a la hora de componer este tercer disco. Es Portishead, sigue siendo Portishead, y sin embargo... Hay algo que se quiebra, algo que se rompe, al mismo tiempo que otro algo se suma: donde todo era desasosiego, ahora surgen los cálidos arpegios de la naturaleza que florece- caballos blancos para llevarme lejos, and the tenderness i feel...
"The rip", "Hunter" y "Magic doors", sin duda, lo mejor del disco, al menos para quien escribe; al fin y al cabo, hablamos de un trabajo sin fisuras ni puntos débiles. Hace ya mucho que Portishead encontró su sonido más íntimo, lo que hace ahora es remontarlo a alturas inimaginadas, extenderlo y mecerlo en un réquiem infinito. Es que, como reza "Silence", "O que você , retornará para você/Você ganha o que você merece". De pie, por favor,y aplausos para una banda que nos da lo mejor de sí, y una vez más vuelve para estremecernos.

1 comentario:

Ana dijo...

Una excelente crítica para un excelente disco. Yo también, hace 9 años, estaba comprando ese mismo disco.

Llegué a través del blog de Iota, buscando una crítica de Bowie, y me encontré con esta grata sorpresa :)