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martes, 27 de noviembre de 2007

Ese asunto de ser poeta

Está bien, lo de Lisandro Aristimuño no es simplemente rock. Pero tampoco es folk, ni indie, ni mucho menos pop, aunque su música beba un poco de cada una de estas fuentes. Lisandro es inclasificable. Guitarras que dibujan armonías sobre el fondo -o es sobre el primer plano?- de una voz desgarradoramente bella, sonidos que se remotan a un pasado ancestral incipientemente recuperado. Lisandro es mágico. Apenas suenan los primeros acordes y la piel se me eriza, me captura el embrujo de un ambiente que evoca una laguna, colores azules y pajaros dormidos. Acaso esa mezcla oportuna de frios vientos del sur y humedad cosmopolita haya desarrollado una sensibilidad exquisita; acaso el chico de los pagos viedmenses haya nacido con un don debajo de sus dedos.
Ese asunto de la ventana es mucho más que un disco: es una ofrenda. Estos oídos saturados por la permanente exposición involuntaria a un rock barrial oxigenado y estéril descansaron agradecidos cuando lo descubrieron. Canciones como Cerrar los ojos, Anochecer o En mí dignifican la escena musical argentina, al mismo tiempo que la reconstituyen; se aferran a la sentencia heideggeriana y transforman los acordes en poesía. La tenue densidad de las notas de Lisandro crea un espacio ubicado más allá de toda representación posible, una burbuja fantasmática que me impele: aquí quiero fundar mi hogar, aquí, entre magnolias y revelaciones.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Al final del arcoiris

Diez años después de Ok computer Radiohead sigue sorprendiendo. Oscuro pero suave, delicado y a la vez violento, críptico pero transparente: la heterogeneidad de la banda inglesa está presente una vez más en su nuevo album, In Rainbows. ¿Cómo ponerle un nombre al cúmulo de sensaciones que generan esas canciones forjadas con precisión de orfebre? Acaso All I need sintetice el espíritu del disco: las letras se han vuelto más simples, pero no han perdido profundidad; antes bien, parecen fundirse por completo con la música, generando melodías insoportablemente contundentes.
In Rainbows es, tal vez, un disco más fácil de digerir que algunos de sus antecesores -léase, sobre todo, Kid A o Amnesiac. Y sin embargo, el espíritu reincidentemente creador de la banda de Oxford está más presente que nunca. Como si pretendieran decirnos: ustedes van, pero nosotros ya hemos vuelto, las canciones de la nueva placa generan atmósferas que de tan apremiantes no tienen nada que envidiarle a los densos clímax característicos de los trabajos anteriores. In rainbows es una paleta de color explotada hasta en sus más mínimos matices, una implosión profunda de sentido. Al final del arcoiris yace el preciado tesoro: la maravilla siempre renovada de una banda que transformó para siempre nuestra manera de concebir la música.